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"Por esa Margen Derecha" de Sergio Sullca Condori (2017)

Sentimientos que me provocó la lectura del poemario de Sergio Sullca Condori (2017), el ahora alcalde del distrito de Santiago, en Cusco, Perú Se acabó la poesía abstracta, la que me hacía sentir como un tonto. Por fin un poemario de sentimientos extraídos de la vivencia y escritos con la franqueza del corazón.  Sullca, mi amigo (aunque no muy cercano, pero ahora sí que lo siento a mi lado), quiero decirte que me he deleitado con tus poemas, con todos (ya bueno, excepto con un par). Yo que vivo en Magisterio (la verdad, vivo en Collasuyo, pero no se lo digas a nadies ), me ha dado ganas de ir a la Margen Derecha, a vivir en esas laderas, a embarrarme con la vista del Valle del Cusco, a construir mi casita de adobe y tejas quebrantadas. Me llevaré, desde luego, a mi Eloya (a la Chivi), aunque ella no dejará Magisterio así nomás, ja, ja, ja.  Pero, quería decirte, que tus poemas deslumbran por su sencillez, por su franqueza, por sus frases llenas de una envolvente mezcla de desarraigo y
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Hace ocho días. En memoria de Hugo Bonet Rodríguez

Algo más reposado, aunque sujetando el alma en cada incontrolable suspiro, escribo estas líneas. Hoy, se cumple ocho días de la partida corporal de Hugo Bonet Rodríguez, a quien, en mi trato cotidiano, le decía “Papuchinco”. Para algunos, “El profe” o “El Loco”, fue su maestro, su referente moral, su base ética, su inspiración, su consejero y formador. Para mí fue eso y más; fue mi padre. Y, como tal, lo disfruté en todas sus versiones. La conclusión que saco es que era un hombre genuino. ¿Qué quiere decir eso? Que decía lo que pensaba y que hacía lo que decía. Él, forjó una consecuencia inquebrantable entre el pensar, el decir y el hacer. Muy pocas personas llegan a ese nivel, especialmente las que están metidas en la política. El resultado de esa personalidad genuina, era interpretado como locura, por ello le decían “El Loco Bonet”. Nunca fue un loco, simplemente no tenías el valor para aceptar su verdad, la cual llegaba a ti con la estridencia de un trueno y la revelación de un rayo

El viento tenía nombre

––¿Por qué me has hecho esto, Arnol? ––Es que me gustas mucho, Laura. ––Pero yo no quería que tú… que tú me tocaras. ––Ya no importa... ya acabé. En cuanto terminó de hablar, Arnoldo subió su calzoncillo hueco hueco y descolorido y su truza de la misma raza que, pegadas como si estuvieran cosidas, habían quedado atrapadas entre sus rodillas. Dio un salto y se puso el polo sucio y ahuecado, agarró su machete y salió de la choza apartando la débil tela que resguardaba la puerta. Estiró ambas manos y bostezó satisfecho. Mientras olfateaba repetidas veces el fresco de la tarde, acomodaba con una mano el ya distendido pene. Caminó un trecho y sus pasos dejaron de escucharse para siempre. Me quedé acostada, llorando, tapada con una manta rasposa e insensible. Al rato tuve que levantarme para sacar la olla del fogón. El caldo rebalsaba, igual que mis lágrimas. Nunca sentí interés por Arnoldo, tampoco le di motivos. Simplemente vino cuando nadie y me tomó.  –//– Ya no puedo disimular mi panza.

Un entierro pobre

Hoy tuve la oportunidad de presenciar cómo es enterrada la gente pobre. Con pobre, me refiero a sin dinero y sin familiares que brinden respaldo. No es un caso extremo, es, digamos, un caso “normal”. Para tener una idea, el caso extremo sucede cuando la persona que fallece es abandonada en la morgue del hospital público. Sin más que hacer, la oficina de Asistencia Social solicita a la Beneficencia Pública una fosa común en algún cementerio para enterrar al occiso u occisa. Finito. Para contrastar, un entierro de personas pudientes, es decir, con el dinero, el respaldo familiar y las influencias sociales suficientes, tiene servicio funerario (embalsamiento, maquillaje, cajón barroco, arreglos florales, velas, escolta, etc.), velorio (bocaditos, despedida, misa, etc.), procesión (de carros, de gente, de músicos, de plañideras, etc.) y entierro en una cripta especialmente acondicionada. Vamos a nuestro caso. La persona, una mujer de cuarenta y algo años, murió de una enfermedad crónica en

El día que me topé con una Chullanchaqui

Un pie o un pie soltero, sin pareja, eso quiere decir chullanchaqui. ¿Y el otro pie? ¿Cómo podría ser un solo pie? ¿Será pirata pata de palo? No. No es pirata ni anda con muleta, es un ser que tiene una pata de sajino y la otra de humano. El resto, todito, es igual a ti o a quien quiera. La gente Harakbut, conoce, como todas las gentes de la Amazonía, al Chullanchaqui, ese ser que, por joder o por jugar, se aparece al incauto, al desprevenido y al menso como si fuera una persona ligera y conocida, de confianza, cercana. Es un ser de reemplazo. Es como un auxiliar de colegio que funge de sabio profesor.  Como fuera, decía que la gente Harakbut lo conoce como Chullanchaqui, así como la gente punaruna lo dice, pero, en el fondo, digo yo, se trata de T’oto , ese ser maligno, temido y perverso que, a decir de los Harakbut, se aparece al incauto en media selva y le seduce, le arrastra, le lleva, le come, le devora, le pierde y le entierra. No hay más, mordiste el anzuelo.  Yo conocí al Chul

En modo despacho

Reformas para la perpetuidad de la ofrenda a la Pachamama Se va agosto y en nuestra tierra del Cusco, los rituales de ofrenda a nuestra Gran Madre Tierra Universal, están en su última semana. Debo plantear algunas reformas para consignar el rito a nombre de la humanidad y de las divinidades que la acogen.  Ya no somos agricultores En la ciudad, ya no somos agricultores, aunque, por principio de relacionalidad, dependemos de los productos del campo. Sin embargo, nuestro sistema de vida y de supervivencia se basa, principalmente, en la producción de dinero. Es con este medio de transacción que conseguimos, entre otras cosas, el alimento. Mi punto, es que el despacho, generado, pensado y armado desde una perspectiva indígena, andina, agrícola y pecuaria, es parcialmente distante a la lógica citadina. Sin embargo, aún la distancia, la persona de la ciudad, por principio de herencia cultural e influencia, o por otras razones, siempre demanda un despachito.  No estamos en sintonía Aunque la

Observación virtual de dos eventos festivos: aniversario del distrito de Kumpirushiato y concurso de danzas en la ciudad de Cusco

Cuando empecé a escribir este texto, le puse el título de “etnografía de dos festividades”. Luego pensé que mejor no, porque de etnografía antropológica tiene muy poco en el sentido estricto: objetividad académica, dato denso, preciso, conciso y verificable. Pues no, no pude hacer eso, porque mientras escribía, salían mis entrañas.  Aniversario del distrito de Kumpirushiato El pasacalle de Kepashiato Hoy, 12 de junio de 2023, se cumple el III aniversario de creación del distrito de Kumpirushiato, provincia de La Convención, departamento del Cusco, Perú. Este distrito se desprendió de Echarate, del que también se desprendió Megantoni (el denominado distrito “más rico del Perú”). O sea, la creación de Kumpirushiato --y de Megantoni--, es una consecuencia del ineficiente centralismo del distrito madre, Echarate.  Alguna vez habré pasado por Kepashiato, que, supongo, es la capital del distrito de Kumpirushiato. No lo recuerdo. Pero hoy, mientras estoy en el Facebook, sale una notificación